Siempre pensé que mi problema era la comida, pero en realidad era cómo me hablaba a mí misma. Antes de empezar el programa, vivía en una batalla constante con mi cuerpo y con mi mente: me castigaba por cada ‘error’, me sentía insuficiente y mi inseguridad me hacía dudar de todo. No solo me costaba ser constante, sino que cada intento fallido reforzaba mi creencia de que nunca lo lograría. Lo que más me sorprendió de este proceso fue cómo aprendí a tratarme con más amor y paciencia. Me di cuenta de que mi alimentación no era el problema, sino la relación que tenía conmigo misma. Las sesiones me ayudaron a gestionar mis emociones sin recurrir a la comida y a transformar mi diálogo interno. Hoy no solo he cambiado mis hábitos y mi cuerpo, sino que también he cambiado la forma en que me veo y me hablo. Me siento más segura, más fuerte y, por primera vez, en paz conmigo misma. No es solo que haya adelgazado, es que he aprendido a quererme en el proceso. Gracias por enseñarme que el cambio real empieza desde dentro.